Fingir en el amor

Estaba en el cine esperando a que iniciara la película, y atrás de mí se sentaron un colombiano y una mexicana. Eran amigos y hablaban –muy alto, por cierto– sobre el tema del amor. Él decía que las mujeres eran intensas y que una mexicana lo había confrontado preguntándole “qué eran”, y mientras se reía un poco con actitud de galán, aseguraba que ella lo había malinterpretado todo. Cortó la historia, para dar un consejo a su amiga, que le preguntó: ¿qué hacía atractiva a una mujer ante los ojos de un hombre? Él, con actitud de conquistador profesional, le dijo la regla básica: “sé tú misma, sin más”. Puedo decir que en cuanto lo escuché, aun pareciendo simple, casi puedo decir que me gustó la frase. Después profundizó, diciendo que fuera ella, pero que no exagerara, ni fuera más allá, no demostrara demasiado lo que siente, que si un hombre le contaba algo, ella dijera sólo: ¡ah qué bien!,  sin hacer notar mucho interés, ya que eso la volvía más atractiva y era lo que atrapaba y le gustaba al otro. Ella no parecía muy satisfecha. Él apoyaba su teoría poniendo de ejemplo a los doctores, diciendo que son demasiado interesantes solo por serlo, por la forma en que se comportan y la imagen que se tiene de ellos, y le sugería que construyera esa idea de interesante y reservada, porque mostrar sinceramente el interés, era contraproducente. La película empezó, y afortunadamente guardaron silencio toda la función.

Pero me dejó pensando y me pregunté algunas cosas. De entrada, ¿cuántos discursos construimos en torno al amor?, algunos son compartidos por épocas y sociedades, otros son construidos con las propias experiencias, tanto si se consideran felices y agradables, como si son muy dolorosas. Es en este punto, donde aprendemos a resolver con patrones, en una fórmula que podría leerse así: “si esto me funcionó de esta manera y en esta situación, todo lo que se le parezca se resolverá igual”.  El problema es que olvidamos que las situaciones y las personas no siempre son iguales, y no podemos repetir patrones de respuesta y esperar que nos sirvan en todas las ocasiones que los aplicamos.

Por otro lado, ¿es en serio que necesitamos una pose o un personaje que modere las emociones, en vez de ser y sentirnos cómodos con lo que somos a la hora de estar con alguien? ¿Acaso no podemos ser nosotros mismos? Los personajes se construyen para mostrar o ser alguien diferente, alguien que no soy o creo no ser, por ende, tarde o temprano o te mimetizas con el personaje o termina por no encajar en tu vida, que es lo que normalmente ocurre, porque a fin de cuentas para darle vida tienes que actuarlo, fingirlo, y no siempre es cómodo.

Es muy importante decir que puede funcionar; por algo se construye y se mantiene. El problema es que no es para siempre, ni en todos los casos funciona, puesto que se requiere flexibilidad, claridad y autenticidad en muchos ámbitos y más en el de pareja. Y aquí se cae en un error muy común, recurrir a personajes o a fórmulas que su funcionalidad es de corto alcance, y después no se sabe cómo seguir y encontrar otras herramientas, y en lugar de que se enriquezcan desarrollando otras, el ser humano recurre a intentar lo mismo, cada vez más, aunque se siga dando de topes.

¿Por qué recurrir a un personaje? ¿Por qué ocultar algo de lo que eres? ¿Por qué no trabajar por ser y sentirte cada vez más cómodo contigo, sin necesidad de huir de ti? Es cierto que podemos cambiar de roles y ajustarnos, pero llegar a fingir, y mantenerte en un papel que no te va, no es garantizar un éxito ante ti mismo.

Hay que tener presente que el amor es una radiografía de la sociedad y la familia que lo contiene, por ende también es un espejo que nos refleja con toda nuestra historia personal y familiar, por ello es fundamental sanar y equilibrar lo que somos, porque en el campo de la pareja, tanto si se tiene como si no, muestra las heridas abiertas y las fortalezas ganadas, por lo tanto, es imprescindible asumir la responsabilidad de cada uno al hacerse cargo ellas, para compartirse mejor, y ser cada vez más felices y auténticos, sin seguir un guion marcado, sin tener que inventarse personajes, sin estar cumpliendo expectativas ajenas, sino vivir con el gusto de ser y de amar.

Siempre puedes trabajar en ti, y encontrar nuevas formas y herramientas de solución. Puedes informarte de las terapias más eficaces y sacar una cita aquí.

Luis Miguel Tapia Bernal

Terapeuta en Constelaciones Familiares. Máster en Terapia Breve Estratégica. Autor de "Las intermitencias del amor".

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Comentario (1)

  • Azu

    Como siempre un placer leer tu artículo.nos das más herramientas para saber donde puede estar el problema felicidades siempre ayudándonos a entender esas cuestiones del amor

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